OPINIÓN

Whatsya, por favor

MARKETER / Horacio Marchand EN REFORMA

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Tengo una relación amor-odio con el whatsapp. Lo siento como un instrumento atado a un dedo gordo gigantesco que me está picoteando cada vez que hay un mensaje nuevo. Y no es sólo gordo sino tonto, porque no sabe distinguir si el mensaje es de importancia o no.