Diversas han sido las medidas de salud pública que se han tomado en torno al COVID-19, según la fase de la pandemia en cada nación. Sin embargo, la comunicación al respecto no ha estado exenta de un uso político y diplomático. Para muestra, la decisión del inquilino de la Casa Blanca de prohibir vuelos desde Europa por 30 días; el embajador de Estados Unidos en México, poniendo en duda la conveniencia de tener fronteras abiertas frente a los migrantes y el virus; las acciones del Presidente de El Salvador para instalar cuarentena, cerrar fronteras y tomar medidas de distanciamiento social por 21 días, a pesar de tener pocos casos detectados; los módulos de revisión en aeropuertos de Guatemala; la cuarentena de 14 días en Argentina para extranjeros que lleguen desde países afectados, medidas de fase tres en Europa; o incluso las afirmaciones del Presidente Maduro de contar con un fármaco cubano que cura la enfermedad. Muchas acciones necesarias y adecuadas, pero otras lejanas de la ciencia y que abonan al pánico, la ignorancia y el estigma.