ViceVersa

Viceversa, la historia de la revista contada por sus fotos es un regalo del azar. Lo cuenta Fernando Fernández en las primeras hojas del libro. Hace unos cuantos años se encontró de pronto con cinco cajas negras. La pandemia había obligado a mudarse a los ocupantes de la vieja oficina de la revista y querían deshacerse de esos estorbosos baúles de cartón que contenían un tesoro extraordinario: el archivo fotográfico completo de la revista. El reencuentro llegaba como adelanto de un cumpleaños redondo de la revista. Poco después se celebrarían los 30 años de su fundación. Entonces aparecía el material perfecto para la fiesta. De los muchos gajos que podrían exprimírsele a la revista, el de las fotos era el más jugoso, el más revelador de ese importante capítulo de la cultura mexicana. Lo es porque esas fotografías capturan la riqueza de las curiosidades a las que la revista daba vuelo. La colección da cuenta de una revista sin encuadre. Encuadrar es excluir, encerrar en un marco. Atrapar entre cintas blancas para desaparecer lo que queda fuera del rectángulo.