OPINIÓN

Venturosa ciudad

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Aquella tarde el padre Arsilio se tomó un par de tequilitas a fin de hacer estómago -así dijo- para la comida. Luego fue a confesar. Le dijo una penitente: "Acúsome, padre, de que esta semana me acosté con Pedro, Juan, Adolfo, Luis, Ricardo, Antonio, Jesús, Óscar, Roberto, Manuel, Gerardo y Sergio". Añadió luego con disgusto la mujer: "Padre: huele usted a tequila". "Mira -se enojó el buen sacerdote-. Tú hueles a piruja, y yo no he dicho nada"... La ciudad es mi casa, y mi casa es la ciudad. Retorcido es el retruécano, pero veraz. Nací en Saltillo -no lo digo por ufanía, sino por biografía-, solar donde también nacieron mis padres y mis hijos, y donde vio la luz primera María de la Luz, amada eterna. Ir a los lugares emblemáticos de mi ciudad es estar en mi lugar. La Catedral esbelta, cuya torre es tan alta que si San Pedro se descuida puede picarle no voy a decir dónde. La Alameda, bello jardín a cuya sombra cómplice muchos tuvimos nuestro primer amor en repetidas ocasiones. El Ateneo Fuente gloriosísimo, alma mater que los ateneístas llevamos en el centro más cordial del corazón. La Escuela Normal, centenaria y benemérita. El Ojo de Agua, barrio mágico en el cual fluye todavía el pequeño salto de cristalinas linfas que dio su nombre a la naciente población. La ciudad es mi casa, sí. Y mi casa es la ciudad. Ahí viven todos esos entrañables sitios y otros más de los que guardo memorias memorables. En ningún otro lado quisiera haber nacido sino donde nací. Aquí he vivido siempre, y aquí, espero, se me revelará el Misterio. Venturosa ciudad la mía, Saltillo. Es la capital de estado más segura del país, la más competitiva de México y una de las cinco ciudades con mejor calidad de vida para sus habitantes. En mi carácter de Cronista asistí el pasado día primero a la toma de protesta del nuevo alcalde, Javier Díaz González. Atleta extraordinario, gran nadador, representó a nuestro país en dos Olimpiadas, la de Sidney y la de Atenas. Sabe por tanto de disciplina y de trabajo, cualidades a las que añade su vocación de servicio y su amor a la ciudad. La recibió de manos del ingeniero José María Fraustro Siller, sin duda uno de los mejores alcaldes que ha tenido Saltillo. Su gestión será recordada por obras como el Paseo Capital, en el corazón del centro histórico, que se ha convertido en el sitio de reunión predilecto de los saltillenses. El impulso que dio a las actividades culturales fortaleció el prestigio nacional e internacional que en ese renglón tiene Saltillo. Chema -así es llamado con afecto- deja de sí una gratísima memoria por su labor en bien de la comunidad. Todo esto no habría sido posible sin el apoyo del gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas. Los comentarios positivos que acerca de su gobierno he hecho fueron confirmados por la encuesta que ayer dio a conocer el periódico Reforma, según la cual el 80 por ciento de los coahuilenses califican de muy buena la labor del joven gobernante, que entre otros aciertos ha tenido el de establecer una excelente relación institucional y personal con la presidenta Sheinbaum, de lo cual derivarán muy buenos frutos para la entidad. Díganme entonces, mis cuatro lectores, si no soy afortunado por vivir en una ciudad hermosa y en un estado seguro. Ignoro si merezco tales dones, pero los disfruto como si los mereciera. He perorado en todos los municipios de Coahuila -38 son-. Conozco entonces los méritos de mi entidad nativa. Y por lo que hace a la ciudad en que nací puedo decir otra vez lo que en una ocasión dije: "No quiero irme al Cielo. Vivo en Saltillo"... FIN.