Los primeros seis meses de operación del Tren Maya arrojan números preocupantes. Éstos en el sentido de que se ve sumamente difícil, por no decir imposible, que esta megaobra llegue a generar "utilidades". Más bien -como se ha dicho desde antes de su construcción, con la consecuente desforestación de la selva- se convertirá pronto en un elefante blanco que pesará sobre el erario de manera significativa.