Desde el inicio de la cuarentena se han enfermado muchos policías en la Ciudad. También han muerto. Para ellos no hubo trabajo remoto ni home office. Sólo aquellos en grupos (antecedentes de obesidad, diabetes, etc.) en riesgo pudieron irse a casa. Los demás, siguieron patrullando vigilando edificios, controlando hospitales públicos ante las amenazas, etc. En resumen, a pesar de todo, la Policía siguió funcionando en aquellas tareas que la sociedad considera esenciales y necesarias. La gravedad de la situación es tal que hubo hasta liberaciones anticipadas de personas privadas de la libertad en medio de una amnistía presidencial. Pero no hubo ninguna amnistía para el trabajo policial. En condiciones precarias, siguieron operando. Y a pesar de la corrupción, de la ineficiencia y de todos los males de la Policía capitalina, hay que reconocer que ellos siguieron en la calle.