¿Una historia de gatopardismo?
José Antonio Aguilar Rivera EN REFORMA
3 MIN 30 SEG
Hay en el centro de nuestro predicamento político una peculiar distorsión interpretativa. Podríamos denominarla la "historia nacional del gatopardismo", por la obra de Lampedusa. De acuerdo con esta interpretación, el rasgo secular de nuestra historia contemporánea es la vocación de todos los partidos, de todos los políticos, por simular. Ese es el hilo que une a los diferentes periodos, por más distintos que parezcan. En la simulación se vuelven, por consiguiente, idénticos: cómplices en una impostura nacional. Simulador, era, por supuesto, el PRI que simulaba institucionalidad y democracia cuando era faccioso y autoritario, pero también, se aduce, lo fue el PAN cuando terminó en el 2000 lo que se conoce como autoritarismo posrevolucionario. La derecha mantuvo la simulación del antiguo régimen y no la cambió un ápice. Todos los gobiernos del incipiente periodo democrático en México han sido parte de la conspiración simuladora. Incluido, por supuesto, el actual. Así, el defecto moral congénito de los mexicanos es la simulación. Todos son iguales: empeñados en un siniestro y mañoso gatopardismo para hacer que todo cambie, pero todo permanezca igual.