Friedeberg y Spilk en un viaje a Venecia en 2019, en un momento de complicidad, aspecto presente a lo largo del documental. Crédito: Cortesía Calouma
A bordo de un vaporetto, el artista Pedro Friedeberg, el gran excéntrico que le queda a México, contempla el paisaje veneciano como quien mira, complacido y contento, el jardín de la propia casa.
"Pedro es lo mismo que su obra: es complicado, es divertido, es profundo; es, a veces, demasiado, y creo que es eso: Pedro y su obra son la misma cosa".