La campaña de Xóchitl Gálvez no camina. Desde que se hizo sorpresivamente de la candidatura presidencial, no ha dado un solo paso. Rebasó a todos los candidatos que tenían el sello de partido con un discurso que podía trascender las etiquetas; se impuso sobre quienes tenían un discurso doctrinario con una carta de pragmatismo. Puso frente al país su trayectoria personal, buenos reflejos y humor. Palacio Nacional se encargó del lanzamiento. La agresión del Presidente encontró en Gálvez a una mujer que lo encaró con gracia y firmeza. Pero parece que eso fue hace años. Desde que los tres partidos la convirtieron en su apuesta para la Presidencia, Xóchitl Gálvez interrumpe su irrelevancia con tropiezos. Cuando ya nos hemos olvidado de ella, irrumpe en el escenario con alguna torpeza.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.