OPINIÓN

Un Vocho en palacio

Juan Villoro EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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En 1991 Antonio Castro, que hoy es uno de los principales directores de teatro en México, visitó el departamento de Damián Ortega, con quien había compartido los indecisos años de la preparatoria. Encontró a su amigo ante un reguero de piezas indescifrables. Damián había desarmado una motocicleta Carabela con la pasión de un anarquista de la relojería convencido de que los engranes sirven para separarse. En el colegio había derrochado talento para el dibujo y la caricatura; sin embargo, ahora estaba rodeado de tuercas y tornillos. Antonio sintió el desasosiego que sobreviene cuando un amigo extravía el rumbo. No podía saber que esa marea de objetos dispersos anunciaba una de las vocaciones artísticas más notables del México contemporáneo.