El pontificado de Andrés Manuel López Obrador es una evasión de responsabilidad. No deja de ser sorprendente que rehúya el deber como lo hace. Un hombre que buscó durante años la posición del máximo poder en el país, un hombre que defendía su ambición como la gran palanca de la justicia, alcanza finalmente la posición deseada... para ignorar sus cargas y sus deberes elementales. Alcanzar la Presidencia para eludir, desde ahí, los fastidios de gobernar. La Presidencia es prédica, inquisición retórica, ceremonia escolar, programa de variedades. Una mermelada hecha de cursilería y agresión. Un gobierno hecho de fugas constantes a un mundo de fantasía, de escapes cotidianos al pasado y a un universo esplendoroso.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.