Bien sabe mi marido que tengo temporadas con cierta debilidad por la cocina japonesa. Cuando ocurren, si tiene que darme una mala noticia, se asegura de hacerlo entre nigiris y makis. Sentados en Koyi Sushi (Cozumel 94, Roma), el ingrato me dijo que no saldremos de vacaciones en marzo, como lo teníamos planeado.