El plan de deportaciones masivas de Donald Trump está condenado a fracasar en pocos meses. Cuando los constructores no puedan concluir obras por falta de obreros especializados; cuando los restauranteros tengan que cerrar porque se quedan sin personal de apoyo en las cocinas; cuando los empresarios agrícolas pierdan sus cosechas por falta de trabajadores del campo; cuando todo eso suceda, van a ser los mismos empresarios norteamericanos los que le exijan a Trump que pare las deportaciones y, lo mejor de todo: Trump, sin querer, habrá logrado que nuestros connacionales sean vistos con respeto y no como delincuentes.