OPINIÓN

Un espantoso alarido.

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Se despojó Morelos del capote que llevaba y lo puso en manos del padre Salazar. Como el oficial encargado del pelotón que lo ejecutaría insistiera en que debía llevar vendados los ojos, Morelos mismo tomó su pañuelo y con él se vendó, haciendo un nudo en las puntas por la parte de atrás.