Las decisiones de los jueces se obedecen, aunque no se esté de acuerdo con ellas. Ese es uno de los principios rectores del sistema de división de poderes. El Poder Judicial no tiene ninguna capacidad coactiva. Es más, cuando alguien no cumple voluntariamente una sentencia, la juez solicita apoyo al Poder Ejecutivo, el único que puede ejercer coacción. Los tribunales sólo emiten decisiones, palabras escritas en un papel. Si esas palabras pierden fuerza de obligar, la autoridad de los jueces se esfuma, se diluye, se desvanece.