Don Pendeco llegó a su casa en hora desacostumbrada. Entró en la alcoba y vio a su esposa en cuero de rana, como decía Gabriel Vargas al referirse a la desnudez. Le preguntó: "¿Por qué estás así?". Respondió ella: "Practico la gimnasia sueca. Debe hacerse sin ropa". Inquirió el marido, suspicaz: "¿Y esa pipa que veo sobre el buró?". Contestó la señora: "La uso para hacer burbujitas de jabón. En eso me entretengo cuando tú no estás". Volvió a preguntar el esposo: "¿Y esa ropa de hombre que está en la silla?". Replicó la mujer: "En el Club de Damas vamos a representar una obra teatral, y a mí me tocó un papel masculino". Don Pendeco se dio por satisfecho con las explicaciones. En eso escuchó ruidos en el clóset. Lo abrió. Dentro estaba un individuo. Le preguntó: "¿Qué está usted haciendo aquí?". "Señor mío -respondió el sujeto-: si le creyó usted a su esposa lo que le dijo, a mí también me creerá si le digo que esto es un elevador, y que voy al tercer piso"... Trump no pudo conciliar el sueño la última noche que pasó en la Casa Blanca. Dejó el lecho, se puso una bata y echó a caminar por un penumbroso corredor de la mansión. De pronto se topó con el fantasma de George Washington. "¡Oh, Padre de la Independencia! -le pidió-. ¡Dime qué debo hacer!". En tono adusto le contestó Washington: "En adelante di siempre la verdad". Poco después Trump se vio ante el espectro de Thomas Jefferson. "¡Oh, Padre de la Libertad! -le suplicó-. ¡Dime qué debo hacer!". Respondió con voz profunda Jefferson: "En el futuro apega todos tus actos a la ley". Seguidamente Trump se encontró con la sombra de Abraham Lincoln. "¡Oh, Padre de la Emancipación! -le rogó-. ¡Dime qué debo hacer!". Le sugirió Lincoln: "¿Por qué no vas al teatro?". Memoria vergonzosa dejó de sí el tal Trump. Su demagogia populista, su autoritarismo, la forma en que hostigó a los medios que señalaban sus excesos, todo eso lo llevó a cometer errores graves. De seguro será recordado como el peor Presidente que en su historia ha tenido el vecino país. Debe ser castigado por la conducta que observó en los días finales de su mandato. La infundada versión que propaló acerca de un supuesto fraude electoral; las provocaciones en las cuales incurrió; el atentado que sus insensatos partidarios cometieron movidos por su falsa prédica, no han de quedar impunes. Desde mi modesta tribuna exhorto a los congresistas norteamericanos a inhabilitar a Trump, de modo que no pueda volver a participar en política. Al sugerirles esa acción no me mueve ninguna malquerencia hacia el ex Presidente, pese a que sus diatribas contra México y los mexicanos me hicieron no pisar territorio americano durante los cuatro años que ese insolente individuo ocupó la Presidencia. Recomiendo su inhabilitación porque admiro a la nación vecina, que tantos ejemplos de libertad y democracia ha dado al mundo, y cuyo bien deseo sinceramente. Espero que mi exhortación sea atendida. Gracias de antemano... La abuelita le dijo al Lobo Feroz: "Creo que ya no debemos seguir viéndonos así. Caperucita está empezando a sospechar"... El niñito le contó a su mamá: "Oí que mi papi le dijo en el teléfono a su secretaria que es un ángel". "Y lo es -replicó la señora, hosca-. Vas a ver que mañana va a volar"... Los amigos de Candidito, joven varón sin ciencia de la vida, lo llevaron a una casa de mala nota. Ahí el ingenuo mancebo tuvo su primer trato con mujer. Al salir de la habitación donde se llevó a cabo el suceso Candidito les dijo con una gran sonrisa a sus amigos: "¡Qué equivocado estaba yo, muchachos! ¡El juego más entretenido no es el dominó!"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.