Tren Maya
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA
3 MIN 30 SEG
El Mago Londrino era famoso en el mundo del show business que, dicen los entendidos, tiene más de show que de business. Sus actos de ilusionismo asombraban a los públicos. En un principio batalló para aprender el oficio. Una hermana suya se ofreció a ayudarlo a practicar el truco de meter a una persona en una caja y luego partirla en dos con un serrucho. Desde ese día el aprendiz de mago tuvo una media hermana. Al paso de los años, sin embargo, Londrino dominó el arte del ilusionismo. Se especializó en desapariciones. Sus acreedores nunca podían encontrarlo. Una tarde el mago fue a comer en restorán, y tanto el personal como los clientes lo reconocieron inmediatamente. El artista le preguntó al camarero cuál era la especialidad de la casa. "Es la cuenta, señor" -respondió el hombre. "Me refiero a la comida" -precisó el mago. Le informó el mesero: "Nos enorgullecemos de nuestro conejo a las finas hierbas". Pidió Londrino: "Tráigamelo". El cocinero preparó el platillo, pero antes de llevarlo a la mesa, el mesero le añadió al conejo varias cucharadas de chile habanero, de árbol, serrano y jalapeño, más una gran porción de dos clases de chile que en el sureste se conocen mucho: el siete caldos, llamado así porque basta meter por dos segundos uno de esos chiles en una olla grande de caldo para enchilarlo fuertemente, y luego en seis ollas más sin que el tal chile pierda su picor. La otra variedad es el miracielo. Cuando lo pruebas haces: "¡Ah!", y levantas la mirada al cielo por el intenso ardor que ese feroz chile te produce. De todos esos chiles, y de otros igualmente picosos, le puso el camarero al conejo que pidió Londrino. El chef veía con asombro aquello. Le sirvió el plato el mesero al comensal y el mago dio el primer bocado. Al punto lanzó un agudo grito por lo picante del platillo, se levantó apresuradamente de la mesa y fue corriendo al baño. El mesero, orgulloso, le comentó al de la cocina: "Había yo visto muchos magos que hacen desaparecer un conejo, pero esta es la primera vez que veo un conejo que hace desaparecer a un mago"... Ilusionismo puro, simulación, engaño, me pareció la supuesta inauguración del Tren Maya, semejante a los mentirosos cortes de listón que López ha hecho en otras obras sin terminar y mal tramadas. Ese tren, que se dijo iba a correr a 200 kilómetros por hora, el día de su estreno marchó a un paso cansino de entre 30 y 60, por el temor de que una mayor velocidad causara una vibración capaz de descarrilar al convoy, dada la naturaleza del terreno sobre el cual las vías se colocaron, en un suelo de frágil naturaleza calcárea y con más agujeros que los de un queso gruyer. Más pronto llegará a su destino aquel que monte una mula manchega, díscolo animal, tardo y poco obediente a la rienda, que quien viaje en ese tren, que hace en 7 horas el recorrido que un automóvil hace en 2. Mala herencia dejará AMLO tras de salir del cargo que tan malamente ha desempeñado. Aplaudo, en cambio, a Xóchitl Gálvez. Su discurso de ayer en el Ángel de la Independencia, dicho con su estilo y su sinceridad, fue incluyente, conciliador, alejado de agresiones y divisionismos. Todas las desventajas que en la vida tuvo esta ejemplar mujer las superó. Difícil tarea tiene ahora frente a sí: vencer el aparato de poder de López Obrador y de los magnates del dinero que le dan su apoyo para ganar más; superar a la corcholata de AMLO, que tendrá a su disposición todos los recursos del erario y de grupos igualmente poderosos, y ganarse a los millones de mexicanos engañados por la propaganda obradorista. Tarea difícil, pero no imposible. Ahora México tiene una esperanza... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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