CULTURA

Toca Solares el cielo

Silvia Isabel Gámez

Cd. de México (15 enero 2015) .-09:47 hrs

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Sólo la literatura puede hacer que la vida sea habitable, aseguró el escritor Ignacio Solares en el cierre del homenaje que celebró sus 70 años de vida.

Anoche en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, que se llenó con sus amigos y lectores, Solares compartió una frase que consideró necesaria en el México actual: "La violencia es el veneno y la cultura es el antídoto".

Parte de ese remedio es la literatura, que permite descubrir, dijo, universos insospechados.

"Estamos siempre rodeados de otros mundos oscuros e invisibles que en cualquier momento pueden manifestarse".

El escritor consideró que el ser humano ya no puede conformarse con la "realidad real". Necesita algo más para sobrevivir y dar sentido a su existencia.

Durante el homenaje, la directora de Literatura de la UNAM, Rosa Beltrán, recordó su primer encuentro con Solares durante un viaje a la Universidad de Brown, cuando frente a dos tazones de sopa de pollo conversaron largamente sobre la novela histórica.

"Así surgió una amistad literaria, y un interés por compartir temas, enigmas y lecturas", dijo la escritora.

En todos los personajes de Solares, señaló Beltrán, hay un compromiso con lo extraterrenal, y en su obra un tema constante es la muerte.

El autor de novelas como La noche de Ángeles, Madero, el otro y El jefe máximo, agregó, posee un "arsenal infinito" de anécdotas y citas textuales.

"Nunca he sabido si Nacho recuerda estas historias o las inventa".

El dramaturgo y director de escena José Ramón Enríquez subrayó el compromiso de Solares en sus obras teatrales con su propia voz, sin hacer caso de las temáticas de moda o el gusto de la taquilla.

"Su teatro ha sido un ajuste de cuentas constante con sus fantasmas", señaló.

Enríquez recordó sus "andanzas" junto a Solares desde que los presentó Vicente Leñero, que iniciaron cuando participó como actor en la primera de sus obras: El problema es otro.

En 1991 volvieron a colaborar en un "texto pirandeliano": El jefe máximo. Una aventura por la que nadie apostaba, recordó, y terminó la temporada con gran éxito.

"Ignacio Solares", dijo, "nunca ha tenido que buscar temas en las páginas de los periódicos. Las obsesiones propias han alimentado su dramaturgia, dueña de una radical libertad".

En un ámbito donde abundan los pavo reales, Solares actúa al revés: "Prefiere mostrar su obra sin jactancia", señaló el periodista Humberto Musacchio, quien hizo un recorrido por la biografía del escritor.

Antes de que Jesús Ochoa, Miguel Flores, Antonio Crestani y Enríquez representaran una escena de El jefe máximo, el presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, se refirió a Solares como un amigo muy querido, con quien solía comer para hablar de literatura.

Tovar y de Teresa destacó el conocimiento de la naturaleza humana que se refleja en sus novelas históricas.

"En su visión de la historia de México podemos encontrar una profundidad que no nos da el ensayo académico", señaló el funcionario, para quien el gran historiador es siempre el escritor.

Solares agradeció el calor que le hicieron sentir los presentes, amigos como Felipe Garrido, Carlos Martínez Assad y el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, y se despidió, fiel a su pasión por la literatura, con una cita de Blake: "El agradecimiento es ya el cielo".