Un político de nivel debería de dejar de usar la estrategia de culpar a los presidentes y miembros del gabinete de gobiernos anteriores si no puede probar lo que dice, a menos que su objetivo sea quedar bien con su jefe o golpear y dañar la reputación de su adversario o justificar su ineptitud, sobre todo en un mundo en el que es muy sencillo hacer viral un tema con información falsa o de la que no tiene ninguna prueba.