NI DUDA CABE de que Andrés Manuel López Obrador tiene perfectamente planeado hasta el último detalle de la sucesión presidencial. Una contienda fraterna entre los precandidatos, sin debates, ni ataques ni descalificaciones. El Presidente ve más allá de lo evidente y eso le permitió diseñar un proceso con dos meses de campaña civilizada en medios afines al movimiento y al final una encuesta que deje a todos contentos. ¡Ni un cabo suelto!