AL PRESIDENTE Andrés Manuel López Obrador hay que reconocerle que es parejo: primero mandó al diablo a las instituciones democráticas y ahora mandó al diablo a la militancia de Morena. Y es que la postulación de la hija de Félix Salgado Macedonio pasa por encima, de muy fea manera, de todas esas mujeres y hombres que construyeron con el tabasqueño, desde cero, ese partido.