ES ENTENDIBLE (y hasta atendible) que el Presidente quiera infundir optimismo ante la debacle económica que vive el país. Sin embargo, una cosa es ver el vaso medio lleno y otra, muy distinta, es negar la realidad. Todos los días surgen nuevas alertas de que la situación está mal y se va a poner peor, pero Andrés Manuel López Obrador no se da por enterado.