La semana pasada, un hombre hizo varias compras en un mercado capitalino. Fue al sector de autopago y, apenas se movió de la caja, notó que se había olvidado de pagar un producto. Intentó regresar un par de pasos, pero la seguridad privada lo detuvo de inmediato. Ofreció pagar el producto (una bolsa de chips), pero los guardias rechazaron el pago. Pocos minutos después, llegaron elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que lo esposaron y trasladaron en patrulla a la Fiscalía donde se abrió de inmediato una carpeta de investigación. El hombre fue llevado a uno de los separos del Ministerio Público a la espera de la audiencia frente al juez. Mientras tanto, tuvo que contratar un abogado, avisar a su esposa y esperar un par de días a la audiencia de control de la detención. Allí el juez lo liberó de inmediato y regañó al Ministerio Público por hacerle perder el tiempo. En ese momento, comenzó la odisea de lograr que le entreguen su vehículo en el depósito de la Fiscalía. Ya se imagina...