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ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

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No me importa quién haga las leyes, decía Platón, en algún pasaje de su utopía. Lo que haría para gobernar mi ciudad es componer las canciones que se cantan en la calle. Volverme el tarareo natural de la gente sería alcanzar la más honda soberanía. Más que el gobierno del filósofo, el gobierno del trovador. Para el filósofo, el canto tenía un poder que nunca conseguirá la ley. De ese encanto habla David Remnick, el editor del New Yorker, en su libro más reciente. El periodista que ganó el Pulitzer por La tumba de Lenin, su crónica de los últimos días de la Unión Soviética y que ha publicado una biografía de Mohammad Ali y otra de Barack Obama publica ahora una serie de perfiles sobre los estadistas de la canción popular norteamericana. Compositores e intérpretes que han incrustado sus melodías y sus letras en la memoria del mundo y que han acompañado enamoramientos y separaciones, duelos y marchas.