El actual Presidente y sus antecesores no son gemelos, son cuates. Es decir, no son idénticos, pero se parecen muchísimo, con los mismos modales. El parentesco es indudable, no nos debe extrañar: el Presidente nació priista, en esa religión política se formó y ahí aprendió el 90 por ciento de lo que sabe hoy. Es, pues, en esencia un priista, sólo que enchapado en Morena.