CULTURA
'Sobrevivió a las ruinas'
Jorge Ricardo
Cd. de México (02 julio 2015) .-00:00 hrs
"José Emilio Pacheco, lo hemos visto en estas charlas, ha sobrevivido en medio de un País que muchas veces nos parece en ruinas".
Fueron estas las palabras finales de Juan Villoro durante el homenaje que El Colegio Nacional le rindió por cuatro días al autor de Las batallas en el desierto, un homenaje titulado "La Memoria Encendida".
Villoro, presidente en turno de El Colegio, leyó un mensaje de Gabriel Zaid: "El centro más visible de la obra de Pacheco es su poesía creciente y corregida una y otra vez (...) Cuando tantos que escriben no están dispuestos a revisar ni sus propios textos, cuando tantos que editan no leen lo que publican, cuando no parece importarle a nadie que los libros y revistas y páginas culturales lleguen al lector con todo tipo de descuidos, hay que admirar y agradecer el amor al oficio y a los textos ajenos que demostró Pacheco".
Enseguida leyó también un fragmento del discurso con que el poeta ingresó a la Institución el 10 de julio de 1986, dedicado a los 150 años de la Academia de Letrán. El autor de Irás y no volverás decía: "Nos rodean una ciudad y un país en ruinas. Por dondequiera vemos la devastación y la miseria. Con todo, está en pie el sitio donde empezó realmente la literatura mexicana (...) Pocos lo saben y a nadie parece importarle, pero en las condiciones actuales la supervivencia de ese vestigio adquiere otra significación y es un ejemplo de la fragilidad que sobrevive cuando lo más firme se ha desplomado".
En la última charla -con lleno en el Aula Magna, igual que todas las anteriores, y con la presencia de Cristina Pacheco- participaron Enrique Krauze, Teodoro González de León, Octavio Novaro Peñalosa y Zaid, estos dos últimos a la distancia, mediante mensajes.
Krauze destacó las conferencias que dio sobre Martín Luis Guzmán, Rubén Darío, Carlos Pellicer, Federico Gambia, Mariano Azuela, Octavio Paz o Carlos Fuentes. "Lo que hizo en El Colegio Nacional, año tras año, de manera sistemática, clara y animada, fue recorrer un siglo de literatura mexicana. Espero que entre las muchas formas de recordar la obra de José Emilio incluyamos estas conferencias, porque son un recorrido extraordinario sobre nuestra literatura".
Recordó también sus conversaciones, charlas de sobremesa, paseos y lecturas. "Pacheco se fue antes de tiempo", dijo: "Fue una dicha fugaz compartir con él esos momentos, fue una dicha verlo, escucharlo, leerlo en su fiera batalla contra el olvido. Le corresponderemos de la mejor manera. Le corresponderemos recordándolo".
González de León citó también el discurso de ingreso del poeta y novelista, fallecido en enero de 2014, para explicar su cercanía emocional con el autor: "La literatura es la más solitaria y la más colectiva de las artes. Todo lo escribimos entre todos".
La mejor literatura, añadió el arquitecto, hace sentir al lector en el centro de la historia.
Fueron estas las palabras finales de Juan Villoro durante el homenaje que El Colegio Nacional le rindió por cuatro días al autor de Las batallas en el desierto, un homenaje titulado "La Memoria Encendida".
Villoro, presidente en turno de El Colegio, leyó un mensaje de Gabriel Zaid: "El centro más visible de la obra de Pacheco es su poesía creciente y corregida una y otra vez (...) Cuando tantos que escriben no están dispuestos a revisar ni sus propios textos, cuando tantos que editan no leen lo que publican, cuando no parece importarle a nadie que los libros y revistas y páginas culturales lleguen al lector con todo tipo de descuidos, hay que admirar y agradecer el amor al oficio y a los textos ajenos que demostró Pacheco".
Enseguida leyó también un fragmento del discurso con que el poeta ingresó a la Institución el 10 de julio de 1986, dedicado a los 150 años de la Academia de Letrán. El autor de Irás y no volverás decía: "Nos rodean una ciudad y un país en ruinas. Por dondequiera vemos la devastación y la miseria. Con todo, está en pie el sitio donde empezó realmente la literatura mexicana (...) Pocos lo saben y a nadie parece importarle, pero en las condiciones actuales la supervivencia de ese vestigio adquiere otra significación y es un ejemplo de la fragilidad que sobrevive cuando lo más firme se ha desplomado".
En la última charla -con lleno en el Aula Magna, igual que todas las anteriores, y con la presencia de Cristina Pacheco- participaron Enrique Krauze, Teodoro González de León, Octavio Novaro Peñalosa y Zaid, estos dos últimos a la distancia, mediante mensajes.
Krauze destacó las conferencias que dio sobre Martín Luis Guzmán, Rubén Darío, Carlos Pellicer, Federico Gambia, Mariano Azuela, Octavio Paz o Carlos Fuentes. "Lo que hizo en El Colegio Nacional, año tras año, de manera sistemática, clara y animada, fue recorrer un siglo de literatura mexicana. Espero que entre las muchas formas de recordar la obra de José Emilio incluyamos estas conferencias, porque son un recorrido extraordinario sobre nuestra literatura".
Recordó también sus conversaciones, charlas de sobremesa, paseos y lecturas. "Pacheco se fue antes de tiempo", dijo: "Fue una dicha fugaz compartir con él esos momentos, fue una dicha verlo, escucharlo, leerlo en su fiera batalla contra el olvido. Le corresponderemos de la mejor manera. Le corresponderemos recordándolo".
González de León citó también el discurso de ingreso del poeta y novelista, fallecido en enero de 2014, para explicar su cercanía emocional con el autor: "La literatura es la más solitaria y la más colectiva de las artes. Todo lo escribimos entre todos".
La mejor literatura, añadió el arquitecto, hace sentir al lector en el centro de la historia.
