Sin voz propia
Guadalupe Loaeza EN REFORMA
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Claudia Sheinbaum no tiene voz propia. De allí que cuando la escuchamos en sus peroratas, el timbre de su voz nos parece tan distorsionado. Se diría que desde que empezó la campaña recurre a una voz que le es totalmente ajena, no es la suya, es la de su mentor, pero por más que quiera imitarla, no le sale bien. La de Claudia es una voz desprovista de emoción, plana, metálica y sin fuerza. Tal vez se deba a que tiene una caja torácica muy estrecha, por eso, aunque haga un enorme esfuerzo para que se escuche muy lejos, simplemente resulta desagradable pero sobre todo falsa, porque puja. No le queda, quién sabe de qué parte del cuerpo le saldrá, es como si hubiera sido grabada y reproducida cada vez que quiere hablar en público.
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores