Después de la "caída" del sistema electoral en 1988, el PRI necesitaba una autoridad electoral creíble para legitimar sus triunfos en futuras contiendas. Para serlo, esa autoridad debía tener un cierto grado de autonomía frente al poder político. El riesgo de ello era obvio: de perder, el resultado no se podría revertir.
Carlos Elizondo Mayer-Serra, politólogo (Oxford) e internacionalista (El Colegio de México), se ha dedicado a investigar la tensión que existe entre lograr gobernarnos democráticamente y crecer económicamente. Su más reciente libro, Los de adelante corren mucho: Desigualdad, privilegios y democracia, discute esta tensión para el caso del continente americano. Es profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey.