Tampoco vengamos a hacernos los sorprendidos. ¿Cuándo hemos navegado por aguas calmas previo a una Copa del Mundo? ¿Previo a unas elecciones? Somos un país que permanentemente vive preso en la celda del pesimismo. Nunca nos hemos distinguido por ser el país con el mayor porcentaje de optimismo entre sus habitantes. Y no confundamos con que sabemos sonreír y extender la mano porque ser solidarios es algo muy distinto.