El segundo piso del trumpismo va definiéndose. La cabeza indiscutible del movimiento optó por un perfil que es muy distinto al suyo, pero que le ofrece la garantía esencial: no lo contradirá en nada. El hombre que Trump ha escogido para acompañarlo como candidato a la vicepresidencia podría ser su nieto. Vivió la pobreza del mundo rural, se hizo en buena medida a sí mismo, escribe bien. Le aporta a la campaña el furor del converso. Hace poco, al joven político conservador le parecía que Trump era un candidato para idiotas, un opioide para las masas, una especie de Hitler americano. El libro que le dio fama presenta una interpretación radicalmente distinta de la pobreza a la que pinta el demagogo. Mientras su libro denuncia la cultura de la pobreza y llama a asumir la responsabilidad individual, Trump apunta el dedo hacia los otros que son los eternos culpables: las élites liberales, los extranjeros, los medios.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.