OPINIÓN

Más grave es lo que Sheinbaum no dijo: el ninguneo a la oposición o a la disidencia crítica, y una preocupante reforma electoral

Segundo piso

Jorge Volpi EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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El mejor gobernante que ha tenido México. Y el más querido junto con Lázaro Cárdenas. Con estas dos frases rimbombantes, que resumen los minutos iniciales de su primer discurso como Presidenta -sí, con a: es ridículo que algunos de sus adversarios se empeñen en usar el masculino-, Claudia Sheinbaum hizo lo que tenía que hacer. Sea porque en verdad sostenga este paroxismo discursivo -equivalente al de quienes consideran a López Obrador el peor Presidente de la historia- o porque necesitaba apuntalar su posición para dotarse de mayor margen de maniobra frente a la nueva ortodoxia 4T que la cerca y la vigila, la loa a su predecesor resultaba irremediable. Quizás por ello la mayor parte del tiempo el propio AMLO escuchaba sus palabras con el rictus adusto y huraño: nadie mejor que él sabe que ese desmesurado encomio implicaba, asimismo, su lenta ruta hacia el olvido.