En marzo del 2019, JK, un niño de 9 años que padecía de leucemia linfoblástica resultó contagiado de sarampión. El pequeño se encontraba en tratamiento para su enfermedad y sus defensas estaban muy bajas. A pesar de haber sido vacunado en su primer año de vida su sistema de defensas no logró identificar al virus. JK enfermó y murió a la semana del contagio. RP, el niño que lo contagio, era hijo de una familia ortodoxa que había decidido no vacunar a sus hijos. RP salió adelante a las dos semanas, pero la decisión de los padres le causó la muerte a JK.