OPINIÓN

Salvador Allende

Isabel Turrent EN REFORMA

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Chile fue siempre parte del escenario de mi infancia. Un escenario inasible porque mi abuela chilena murió antes de que yo naciera y a mi abuelo, que había decidido regresar a México recién casado, no le gustaba Chile. Es un pueblo cruel, me dijo más de una vez, contándome cómo los jinetes destrozaban a fuetazos las ancas de los caballos -que él amaba tanto- para ganar una carrera que era tradición en algún lugar de Chile perdido en mi memoria. Pero el mapa del país que mi abuela le regaló a mi madre era otro: los Andes nevados, el mar azul marino que arrojaba unos mariscos sin igual en el mundo entero, cerezas del tamaño de chabacanos.