OPINIÓN

Sainete indigno

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA

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El cliente del restorán le pidió al mesero: "Quiero unos huevos divorciados". El hombre apuntó la orden y fue a la cocina. Pasó un buen rato, y el camarero no aparecía. Finalmente llegó. Traía un plato de huevos revueltos. "Oiga -le reclamó el parroquiano-. Los huevos que me trae usted son revueltos. Yo se los pedí divorciados". "Así venían, señor -responde el mesero, imperturbable-. Seguramente en el camino se reconciliaron"... Batman habló, preocupado, con su compañero: "Tenemos que hacer algo, Robin. La gente empieza a murmurar acerca de nuestra relación"... Doña Macalota regresó a su casa antes de lo esperado -la junta del club de jardinería se acortó bastante, pues los arreglos que se presentaron fueron virtuales- y sorprendió a su casquivano marido, don Chinguetas, en trance de fornicación con la linda empleada de la casa. Al ver tal cosa la señora prorrumpió en justificadas invectivas contra su liviano cónyuge. Le gritó en un solo golpe de voz: "¡Canallainfamemiserablebribónvil!". "Repórtate, mujer -la amonestó don Chinguetas sin perder la calma-. Los conf lictos de pareja no deben tratarse en presencia de la servidumbre"... Pocas veces la política mexicana ha alcanzado un nivel tan pedestre como en estos tiempos. El tema del BOA, deleznable por su propia naturaleza, es un sainete indigno de formar parte de la agenda pública. Y, sin embargo, López Obrador le dio importancia de asunto de Estado a ese panf leto anónimo, espurio a todas luces, y cuyo solo nombre se prestaba de sí solo a la chocarrería. O el Presidente ha perdido la dimensión verdadera de las cosas por temor o por preocupación, o busca hacerse -otra vez- víctima de uno de sus manidos "complós" a fin de allegarse simpatías y apoyos entre su clientela. La 4T ha hecho que se rebaje la calidad del debate político en México. Desde luego nuestra vida pública nunca ha tenido categoría de excelsa, pero ahora se mueve en un nivel muy pobre, casi aldeano. Sintamos pena -o sea vergüenza- por chungas como ésta. Sintamos pena -o sea sentimiento de pesar- por nuestro país... La abuelita le dijo a su nieta: "En mis tiempos las jóvenes nos acostábamos a las 8 de la noche. ¿A qué hora se acuestan ustedes, las chicas modernas?". "A las 11, abuela -respondió la muchacha-, para estar de regreso en la casa a la 1 de la mañana"... El encargado del censo le preguntó a Himenia Camafría, madura señorita soltera: "¿Podría decirme cuántos años tiene?". Declaró ella con un mohín de coquetería: "38 abriles". Volvió a inquirir el muchacho: "¿Podría decirme ahora cuántos mayos, junios, julios, agostos y septiembres tiene?"... Babalucas consiguió por fin que Flordelicia, hermosa chica, accediera a ir con él al Ensalivadero, romántico paraje, y solitario, al que suelen acudir por la noche las parejitas en estatus húmedo. Ya en el asiento de atrás del automóvil, ella le preguntó: "¿Vas a usar alguna protección?". "Claro que sí" -respondió el badulaque. Y les puso el seguro a las puertas... Usurino Matatías, hombre avaro que en su vida no conoció más afán que el de atesorar riquezas, cerró la tienda para siempre. Ése es un eufemismo para no decir que se murió. ¡Infeliz! Cometió la suprema estupidez de vivir como pobre para morir como rico. No gastó, y sus ahorros los gastaron otros. El caso es que antes de morir dejó dicho que en su féretro le pusieran un millón de pesos, pues no quería irse al otro mundo sin dinero. "¡Pobrecito! -se condolió su viuda-. Pónganle en el cajón un cheque y que lo cambie allá"... Decía una señora: "Mi esposo actúa conmigo igual que con la caminadora donde hace ejercicio: puja, se agita, jadea, suda, se esfuerza, pero nunca llega a ningún lado"... FIN.