Según rumores que circulan en la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad (PGJCDMX), posiblemente después del aniversario del caso Ayotzinapa -26 y 27 de septiembre- la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, hará cambios importantes en el gabinete de seguridad. A pesar de un informe anual optimista y el sinfín de conferencias y declaraciones públicas afirmando que todo es culpa del gobierno anterior, del maquillaje de cifras (lo cual es cierto), y el desembarco de la Guardia Nacional en Iztapalapa con himno nacional incluido, beso de manos por parte de las vecinas, lágrimas y vehículos de combate en las esquinas, el reloj político interno de la jefa de Gobierno comenzó a sonar con fuerza en estos días. Los voceros habituales de las clases medias en las delegaciones, la prensa y los críticos moderados del gobierno alertan desde hace tiempo que la subida de las tasas delictivas (sobre todo, de los delitos de alto impacto social) va a tener costos políticos. Y la jefa de Gobierno sabe muy bien que es imposible ganar la Ciudad (o gobernar con comodidad) si la percepción del crimen sube en los votantes que importan.