El ADN obtenido de los restos óseos permitió establecer que los niños sacrificados eran todos varones, de entre 3 y 6 años. Crédito: Oana del Castillo / INAH
El hallazgo de los restos óseos analizados data de 1967; fueron encontrados dentro de un chultún, localizado a unos 300 metros del Cenote Sagrado de Chichén Itzá (en la imagen). Crédito: Mauricio Marat / INAH
La investigación ahonda en los sacrificios rituales practicados entre los mayas. Crédito: Oana del Castillo / INAH
La huella genética ha permitido establecer lazos de parentesco entre los niños sacrificados. Crédito: Oana del Castillo / INAH
Los restos óseos fueron localizados en un chultún cerca de la pirámide de Kukulcán, conocida como El Castillo, en la zona arqueológica de Chichén Itzá. Crédito: Saúl Rodríguez / REFORMA Especial
El arqueogenetista mexicano Rodrigo Barquera es el autor principal del artículo publicado este miércoles en "Nature". Crédito: Tomada de www.eva.mpg.de
La mayoría de los niños fueron enterrados en la fosa común durante el apogeo de la influencia política y cultural de la ciudad maya de Chichén Itzá. Crédito: REFORMA / Especial