OPINIÓN

En su momento, López Obrador supo contestar a un Presidente extraviado

Retornos

Jorge Volpi EN REFORMA

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Obsesionado con fijar su lugar en la historia, el Presidente no cesa de imprecar contra quien podría ponerlo en duda o incluso arrebatárselo. Una y otra vez, cada vez que toma el micrófono, en cualquier sitio y a cualquier hora, sometido a una furia que lo rebasa y lo trastoca, le lanza toda suerte de improperios. Durante semanas no cesa en sus ríspidos ataques: sin ser consciente de la desigualdad del combate, se vale de su investidura y de todo el poder del Estado para batirse a diario contra quien aspira a sucederlo. Su intervención no solo es desproporcionada e injusta, sino ilegal: no le corresponde a él, que en teoría gobierna a todos los mexicanos, tratar de bloquearle el camino a quien considera una suerte de enemigo personal.