En la breve historia de la democracia mexicana el partido del Presidente siempre ha perdido en las elecciones intermedias. No necesariamente contra los demás partidos sino, más bien, comparado con su propio resultado previo. En 1997, con Zedillo, el PRI perdió 61 curules en la Cámara de Diputados. En 2003, con Fox, el PAN perdió 52. En 2009, con Calderón, el PAN perdió 59. Y en 2015, con Peña Nieto, el PRI perdió 9. Es normal, pasa no solo en México sino en todos los regímenes presidenciales. Gobernar desgasta, genera un costo, siempre pasa una factura. Al principio importan mucho la gesta y las intenciones, a la mitad ya empiezan a pesar la gestión y los resultados. No es lo mismo la euforia de haber ganado la Presidencia que la sobriedad de llevar tres años gobernando.
Carlos Bravo Regidor (Ciudad de México, 1977). Estudió Relaciones Internacionales en El Colegio de México e Historia en la Universidad de Chicago. Es profesor-investigador asociado en el Programa de Periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).