La relación médico-paciente es tan compleja como fundamental. El estilo de relación que se establece desde un inicio impacta la forma en que el paciente vive su proceso de enfermedad. Sin embargo, la comunicación es difícil debido a la jerga médica, el nivel de alfabetización en salud que se tenga y la prevalencia de desequilibrios de poder. Además, las intervenciones médicas son cada vez más especializadas y es complejo pronosticar con certeza para tomar decisiones bien informadas. Asimismo, tanto el médico como el paciente traen consigo sus propios contextos socioculturales, sistemas de creencias, valores y experiencias. Ambos bagajes están en permanente interacción, aunque con frecuencia, de manera inconsciente.