CULTURA

Quirarte, eterno joven

Silvia Isabel Gámez

Cd. de México (04 marzo 2016) .-10:17 hrs

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Gracias al trabajo creador reverdece el laurel invisible de ser joven, expresó anoche el escritor Vicente Quirarte durante su discurso de ingreso a El Colegio Nacional.

Memorias, lecturas, la crónica de una vida, fueron el tema de su intervención, largamente aplaudida. La juventud y la literatura fueron el centro de un discurso que fue respondido por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

Quirarte empezó agradeciendo a los miembros de la institución: Miguel León-Portilla, Ruy Pérez Tamayo, Manuel Peimbert, Diego Valadés y Matos Moctezuma, que propiciaron su candidatura.

"Ser parte de El Colegio Nacional no significa el fin del camino, sino apenas su principio", dijo quien fue electo el pasado 5 de octubre.

El escritor recordó a Rubén Bonifaz Nuño y José Emilio Pacheco, "maestros próximos, hermanos mayores", que lo antecedieron en la institución.

Comenzó después a entretejer autores, obras y recuerdos, citas y testimonios. Evocó a la Ciudad de México, una de sus obsesiones y también un tema que analizará en El Colegio Nacional.

"La ciudad como gran acumuladora de vidas, más reales por ser imaginadas". La ciudad y sus poetas, que no son sólo quienes escriben versos, dijo, sino "quien consagra su energía a levantar edificios verbales": Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Vicente Leñero, Gonzalo Celorio, Ignacio Solares, José de la Colina...

Señaló también una paradoja: "Hay quienes tempranamente ejercen su talento; otros mantienen un ritmo creciente a lo largo de su existencia".

Quirarte recordó al joven preparatoriano que fue, el que cruzaba el Zócalo torturado por un verso de Villaurrutia para escuchar las lecciones de Octavio Paz en El Colegio Nacional.

Evocó a Rimbaud, a Pablo Neruda y Luis Cernuda. Retrocedió al siglo 19 con Ignacio Manuel Altamirano y Bernardo Couto, avanzó a la siguiente centuria con Martín Luis Guzmán y Jaime Torres Bodet, Carlos Pellicer y José Gorostiza, y tocó el presente con David Huerta y Jorge Esquinca.

"El nacimiento de la poesía debe tener la forma instantánea del relámpago: fuego y fulgor", dijo el escritor. Y coincidió con Francisco Hernández en que "el amor es la droga invisible que otorga al mismo tiempo esclavitud y libertad".

"Juan Rulfo afirmaba que lo más importante del mundo es la tranquilidad. Puede ostentarse ese lujo cuando se está de vuelta de todos los combates", señaló.

La congruencia, la lealtad y la victoria sobre uno mismo no son tarea fácil, consideró. Se persigue la plenitud, no la felicidad.

Quirarte, "eterno joven" en palabras de Matos Moctezuma, dijo haber sido fiel al muchacho que fue. "A tu vejez solar llego ceñido", citó a Pellicer en su Oda a Díaz Mirón, "del laurel invisible de ser joven".

"El secreto no es ser joven", precisó, "sino mantener la inconformidad", y reiteró su compromiso de ofrecer, con la escritura, "visiones panorámicas, desbrozar el camino y hacer más vasto el horizonte".