Si Bob Marley hubiera estado ayer en el graderío, no sé cuántas veces se habría llevado las manos a las rastas como un acto reflejo de desesperación. Primero porque los "Reggae Boys" estaban más perdidos que un explorador sin brújula en el más denso de los bosques, y segundo porque en tres minutos perdieron la ventaja en el marcador.