Luego de 1870 las universidades estadounidenses comenzaron a reconocer la importancia de las ideas de Wilhelm von Humboldt sobre la educación basada en la enseñanza y la investigación. Como cuentan Carol Gruber, Jonathan R. Cole y otros, muchas de esas instituciones se hundieron en una crisis económica durante la Gran Depresión, lo que las obligó a firmar contratos con la industria y el gobierno para poder sobrevivir. Al aproximarse la Segunda Guerra Mundial las universidades abrieron sus puertas a los refugiados que huían de los nazis, y muy pronto comenzaron a subscribir acuerdos con las Fuerzas Armadas. Eso ayudó a ganar la guerra, pero terminó militarizando algunas áreas de la investigación científica, que quedaron sujetas a la secrecía castrense.