ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA
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Mario Vargas Llosa ha publicado su última columna periodística. Así lo anunció en El País hace unos días. El hueco que deja es enorme. Leerlo cada quince días era una oportunidad de acercarse a su mundo. Disfrutar, de algún modo, de sus lecturas y de sus paseos. Acercarse a sus ideas, a sus gustos y a sus controversias. Ese deleite periódico nos permitía ser testigo de sus conversaciones, de sus caminatas y de sus cursos. Pocos en nuestro idioma han exprimido, como él, las posibilidades expresivas de una pieza de opinión. Sus artículos periodísticos no eran vitrinas de espectador, sino piezas de su batalla cotidiana. Piedras de toque: instrumentos para apreciar el mérito de una novela, la fisonomía moral de un personaje, los desafíos del presente. En cada entrega, una toma de posición sobre la literatura, el cine, la política. Aún en sus ideas fijas ofrecía argumento, lucidez y elegancia. Un hombre que razona honestamente en público, que esquiva el lugar común, que pule ideas. Valentía para contrariar a la tribu y para cambiar de opinión.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.