Antes de ascender a la Presidencia de Colombia, en su juventud, Gustavo Petro fue guerrillero, perteneció a un movimiento llamado M-19, conociéndosele como el Comandante Aureliano. Incluso llegó a pisar la cárcel desde donde al salir brincó a la política. Claro, siempre simpatizante de la izquierda socialista y jodón consuetudinario de los Presidentes Gaviria y Álvaro Uribe, quienes tuvieron los cotiledones suficientes para lidiar tanto con la amenaza social representada por el narcoterrorismo desatado por Pablo Escobar, como con las FARC.