Persiste La Nopalera
Erika P. Bucio
Cd. de México (02 mayo 2015) .-00:00 hrs
Tocar, hacer pintas y correr. Eso hacía La Nopalera acompañando los mítines del Partido Mexicano de los Trabajadores que Heberto Castillo y Demetrio Vallejo fundaron al dejar la prisión de Lecumberri.
"Viajábamos mucho con el partido en la provincia, andábamos alborotando en las colinas, con los comités de barrios, hacíamos pintas, tocábamos y luego corríamos. Era difícil. Luego, luego llegaban las patrullas. Nos venían a romper los instrumentos", recuerda Arturo Cipriano, uno de los fundadores junto con su hermano Javier.
La historia comenzó en 1975. Cipriano, flautista, había conocido a Ángel, hijo de Violeta Parra, y con él las canciones de la intérprete, de Daniel Viglietti y de Atahualpa Yupanqui.
Era una época de insatisfacción con lo que se escuchaba en la radio, con el plan de estudios de la Escuela Nacional de Música.
Un día, en el Metro, Arturo Cipriano y Marcial Alejandro se encontraron. Se habían visto en el patio del plantel, donde el segundo solía tocar la guitarra, pero el grupo necesitaba un bajista.
"Si te compramos un bajo, ¿le entras?", lo invitó Cipriano. Sellaron el trato con un tololoche checo y se fueron a celebrar con un pulque. A las 11 de la mañana sólo encontraron al que trapeaba, quien al ver a Marcial Alejandro le ofreció: "Campeón, ¿te entreno?". Desde entonces, se volvió el saludo entre ambos.
"Estaba todavía muy distante el rock en tu idioma. El bolero sentimentaloide, caduco, lastimero permeaba por nuestras venas y la culpa, evidentemente, la tenían las mujeres. No era el alcohol", narra el músico.
Tenía que llamarse La Nopalera, puesto que Cipriano es potosino. Se sumarían Maru Enríquez, los Toussaint, Roberto Cárdenas, Francis Laboriel. Jorge Chamorro, Eniac Martínez, Gerardo Bátiz, Rene Lemus. Y en la última formación Carlos Torres, Jesús Mendoza y Luz Haydeé Bermejo.
Eran parte de una ola creciente de grupos como Canek y Vientos para un nuevo día, cantando con formas mexicanistas y sones. Un florecimiento que los llevó por Sudamérica y Europa.
Pero había también ingenuidad. No pensaron que las cosas irían tan mal en el País. "Pensábamos que el voto sería respetado".
Hasta su separación en 1981, grabaron cuatro discos: Nopalera Nueva Canción, Crece la audiencia, Tremendo Alboroto y La rabia, dominio público. El primero lo presentó Heberto Castillo.
Ahora ese material es compilado en el disco La Nopalera (Fonarte). Trae, por ejemplo, el arreglo de Cipriano a la Canción del maleante, de Chico Buarque. Una canción en homenaje a los maleantes de La Merced y Tepito, una palomilla que no existe más.
"El resto de maleantes regular, profesional, ahora con la chapa de maleante oficial, mañana candidato a maleante federal, maleante con retrato en la columna social, maleante con contrato, con corbata y capital", entonaban.
"Veo algo añejo, pero no decadente; veo la habilidad para juntarnos y soportarnos en viajes y persistir", dice Cipriano.
El disco será presentado el 4 de junio en un concierto en el Auditorio A del IMER. Y Cipriano promete aires nuevos.