OPINIÓN

Pero yo ya no soy yo.

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN REFORMA

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Nadie sabrá jamás por qué don José María Morelos dejó de ser de pronto el que era. En aquellos primeros días de 1814 cambió de tal modo que semejaba otro hombre. No lo reconocían sus más cercanos seguidores: don Mariano Matamoros, Bravo, los Galeana, los Rayón, que lo tenían en pedestal de ídolo y que lo veían ahora caer, como si un rayo lo hubiera fulminado. Su antigua energía se había vuelto debilidad; su ánimo, vacilaciones; su vigor, flaqueza; su clara inteligencia, torpeza sin igual. Peor aún: con asombro observaban los suyos que el valor y la audacia de Morelos habían desaparecido, y que ahora actuaba de manera que bien podía calificarse de cobarde. En Valladolid, por ejemplo, huyó en medio de la confusión que produjo el súbito ataque de Iturbide al campamento de los insurgentes.