Una por una, las 522 butacas que hacían del Jiménez Rueda uno de los teatros de mayor formato de la capital han tenido que irse desarmando. Crédito: Especial
Al cruzar por las puertas de cristal, hacia un salón ocioso que ha perdido su propósito, el lobby del Teatro Julio Jiménez Rueda se revela como una galería de fantasmas.