Después de la chamba de picador en las corridas de toros no hay otra tan abucheada y pitorreada como la de profeta. Reciben picadores y profetas más recordatorios maternos que el "cácaro" en las funciones de carpa porque rara vez cumplen con su chamba a satisfacción del público. Lejos pues está en nuestro ánimo el andar de profetas, no obstante hay cosas que se ven venir y que no requieren al Oráculo de Delfos para perfilar el más probable escenario donde un cierto desarrollo de causas pueden conjuntarse para ocasionar un resultado indeseable.