Patrimonio
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN REFORMA
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Susiflor estaba con su novio en la sala. Le dijo el papá de la muchacha: "Nos acaban de llamar a tu mamá y a mí para una junta urgente del club. Tendremos que dejarlos unas horas. Pórtate bien". Salieron los señores y la parejita se quedó sola en la casa. Tras un silencio el galán le preguntó, ansioso, a Susiflor: "¿Estás pensando lo mismo que yo?". "Sí" -respondió ella con una sonrisa sugestiva. "¡Pues a darle!" -exclamó el chico. Y así diciendo fue a la cocina y asaltó el refrigerador. (Nota: Pendejo. Eso podía haberlo hecho después)... Difícilmente podrá encontrarse una ciudad mexicana que no tenga un monumento -edificio público, templo, viejas casonas, espléndidas obras de arquitectura- merecedor de cuidadosa preservación. Pero también será difícil hallar una ciudad en que no se haya consumado algún bárbaro atentado contra ese patrimonio que a toda costa se debería conservar. La incuria, la ignorancia y la ambición añaden sus efectos a los del paso del tiempo, y así van sufriendo demérito, y muchas veces acaban por desaparecer, esos valiosos bienes. En mi ciudad, Saltillo, todavía lloramos la pérdida del Hotel Coahuila, bellísimo edificio que fue derruido para poner en su lugar un adefesio sin personalidad ni estilo. Una deficiente legislación, la negligencia de las autoridades y el interés de lucro de los particulares conspiran también contra la conservación del acervo cultural histórico de las ciudades mexicanas. Por fortuna cada vez en mayor medida las comunidades reconocen el valor de sus monumentos, y no sólo procuran cuidar de ellos, sino que hacen lo posible por realzar su belleza de modo que sean más apreciados. México, país pobre y en crisis, es en cambio inmensamente rico en testimonios del pasado que hablan de la historia, tradiciones y cultura en general de un pueblo cuyo espíritu se ha objetivado en obras espléndidas. Guardarlas y entregarlas sin mengua a nuestros hijos es tarea en la que todos deberíamos participar... El joven ballenato le preguntó a un amigo: "¿Las ballenas tienen una especie de tubito que les sale del lomo hasta la superficie?". "No -respondió con extrañeza el amigo-. No tienen ese tubito". "¡Uta! -exclamó consternado el joven ballenato-. ¡Entonces me forniqué a un submarino!"... Don Algón le dio a su amiguita, como regalo de cumpleaños, un sobre lleno con billetes de 100 pesos. Los vio ella y comentó: "No está mal el regalo, pero me habría gustado más en color verde"... Llegó el barco a una isla desierta y el capitán encontró ahí a unos náufragos, un apuesto mancebo y una hermosa joven que estaban al pie de una palmera en cuyo tronco había 10 marcas. "¡Caramba! -exclamó compadecido el nauta-. ¿Ya tienen aquí 10 meses?". "Las marcas no se refieren al tiempo, capitán -le aclaró con una sonrisa llena de orgullo el náufrago-. Llegamos apenas ayer"... Estaba en sus 20 años, y llevaba una vida disipada. Le gustaban el juego, el vino y las mujeres, si bien no precisamente en ese orden. Una noche de farra les comentó a sus amigos: "Mi padre me dice que me dará 50 mil pesos al mes si dejo mis malos hábitos. Pero si dejo mis malos hábitos, ¿de qué me servirán 50 mil pesos al mes?"... El guardia del jardín municipal sorprendió a unos novios -novio y novia, he de aclarar- haciendo el amor sobre el césped, tras unos arbustos. Al ver la sombra del jenízaro el muchacho sacó una navaja que traía, pues lo tomó por un asaltante, en tanto que la chica prorrumpió en tremendas maldiciones. Le dijo el guardia al joven: "Queda usted arrestado". "¿Por qué?" -preguntó él. "Por dos razones -contestó el gendarme-. Por traer un arma ofensiva en su persona y por tener una persona ofensiva en su arma"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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