COLABORADOR INVITADO / Juan-Pablo Calderón Patiño EN REFORMA
El partido en el poder tiene una enorme losa que lo hace ver como el intrincado tablero de mezcolanzas ideológicas contrapuestas. No se percibe como heredero total de la izquierda. Sus alianzas con fuerzas políticas evangélicas o con el mayor partido acomodaticio del pluralismo partidista, el Verde, no le dan cohesión. Se ha quedado como el partido del caudillo. Confundiendo la inclusión democrática salva a personeros que naufragaron en sus partidos de origen con una pésima señal a los que han militado y trabajado en sus filas. Si Melchor Ocampo dijo que el Partido Liberal estaba "unido en la lucha y desunido en la victoria", Morena, aún con el cordón umbilical con su máximo líder, sigue desunido y en batalla campal. ¿Podrá gobernar el Ejecutivo la segunda parte de su sexenio con una balcanización en lo que fue su partido si renuncia a él?
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